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jueves, 1 de diciembre de 2011

Sentencia.

¿Alguna vez pensaste que podrías tocar el cielo con los dedos?
¿Que podrías surcar el grandioso celeste?
¿Y que sentirías una inmensa sensación de libertad al hacerlo? 
Deseos..

Extendemos nuestras alas blancas y nos dejamos caer al vacío en el que por mucha velocidad que obtengamos nunca dejaremos de caer. Un inexistente punto en el que solo consta nuestra propia conciencia, astutos pensamientos que tienden a la reflexión.. ¿el bien o el mal? un saber por el cual tendemos a meditar sobre el mal ,solo por el simple hecho de que observar el bien nos dañará. 



lunes, 24 de octubre de 2011

Capítulo 1: La última canción.

La estancia estaba vacía y el único brillo de luz que se podía apreciar en el estrecho pasillo provenía del exterior. Por una de las ventanas se colaba el reflejo del rostro de la pálida luna, que esa noche se manifestaba más deslumbrante que nunca. Se dejaba ver llena en su totalidad y resplandecía hasta dañar la vista si la mirabas fijamente. Miaka se paró perpleja y se dejó conmover por aquel satélite natural dibujado con compás.
Ella, vestía un también pálido camisón de lino que de vez en cuando acariciaba sus rodillas y tenía los pies desnudos dejando que éstos se hundiesen con cada paso que daba en el frío suelo. Deambulaba de una lado para otro recorriendo la casa como si fuera la primera vez que la pisaba.
No comprendía por qué estaba haciendo aquello... ¿Un paseo nocturno?, ¿por su casa? y es que en verdad ciertas veces las explicaciones sobran, acciones que se producen porque la razón las dicta o otras tantas porque el corazón lo hace. El silencio reinaba en el domicilio y sus pasos, calmados, resonaban confesando el rumbo que tomaba.
Sin previo aviso, el silencio se tornó en un sonido que terminó por manifestarse en forma de canción.
Ella, con los ojos fuera de las cuencas se paró en seco. ¿Qué era eso? e hizo una mueca de terror llegando a parecer que se le desencajaban las mandíbulas. Permaneció allí, apoyando el lomo contra la pared sin hacer ningún ruido más que el que hacía su respiración. Agitada y ruidosa exhalación que sonaba a la par de la música.
Selló sus palmas en puños y cerró los ojos dejándose llevar por los acordes, notas que dejaban un sabor dulce en sus oídos. Envuelta por el deseo y como si dormida estuviese fue dando tumbos siguiendo a la armonía que tan profundamente la había conquistado.
Ahora que se había dejado llevar por la melodía no podía parar y sólo podía reparar en el fuerte eco que sonaba en su cabeza. Se topó con la puerta del salón, que estaba entreabierta dejando ver el interior de la estancia, parecida al pentagrama de un cuaderno musical. Acercó sus dedos, también dormidos, a la cristalera de la puerta y con un leve impulso dejó que ésta se abriera por completo, encontrando de esta forma la respuesta de aquella bella composición musical.
Entreabrió los ojos, y cuando los tubo completamente abiertos se quedó perpleja, muda, como si hubiesen cosido sus labios.  Sobraban las palabras porque no había sonido que pudiese describir lo que sus ojos veían. Porque esa sala nunca había existido y ese piano, instrumento que con su música deleitaba sus oídos nunca había yacido en su casa. Ni que decir tiene del encapuchado hombre que hundía las yemas de sus dedos en las teclas blancas y negras del magnifico artefacto.

CONTINUARÁ.

martes, 27 de septiembre de 2011

Se para el tiempo.

Se despertó al alba pues últimamente dormir era algo que le costaba demasiado. En su rostro se percibía la falta de sueño y sus ojos estaban tan húmedos, como los de los días anteriores, denotaban que el cansancio estaba presente desde hace un tiempo atrás, no era cosa de un simple día. Se frotó los ojos y bostezó utilizando la mano para tapar su boca. Seguidamente se incorporó y se lavó la faz con agua tibia, percatándose al verse reflejada en el espejo del estado que tenía. Durante un tiempo pasado no le había importado su apariencia pero esa mañana de invierno se preguntó porqué en sus facciones se plasmaban la amargura y el agotamiento. Se congeló el tiempo por unos segundos, en los que ella permaneció frente al cristal sin si quiera pestañear. El agua corría y el único sonido que se podía escuchar era el de las gotas topándose con el fin del lavabo. Negó con la cabeza continuamente y de ésta manera, despertó de su somnolencia. Colocó el codo en la pila y pasó la palma por su cabeza desordenándose el cabello para después mantenerla fija en la frente. Permaneció así unos segundos hasta caer en una situación de letargo. Se sumió en un turbio sueño que no duró más de unos minutos. Despertó desconcertada y con la respiración agitada, era como si la faringe se hubiera cerrado de golpe y hubiera colocado, una barrera, que impedía el paso de aire necesario.  Se inmiscuyó en un estado de sofoco que solo pudo calmar postrándose en el suelo. Su respiración emitía un agudo pitido que logró aliviar cuando todo su ser se calmó. Se enderezó y con ayuda de la pared logró incorporarse del todo. En seguida su mente se nubló.... :

" -Tranquilízate, solo has de escucharme un momento... ¿Crees que ésto es lo mejor que puedes ofrecerte? ¿Crees que no es un error.. una simple etapa? -
 Hizo una pausa y carraspeó, después, con un hilo de voz continuó.
-No sé en que he podido errar, creí que lo estaba dando todo por ti y en verdad, solo estaba indicándote un mal camino. Pero espero que ésto sirva para hacerte más fuerte, para hacernos más fuertes. -
Recalcó la última frase y con ésto se despidió."

-¡Mamá!-
Gritó al ver que un mareo se apoderaba de ella.
No es necesario que el tiempo se pare, sí lo es hablar contigo misma.

sábado, 24 de septiembre de 2011

El perseguidor pasado.

El suelo rugía cuando avanzaba, con cada paso que daba se abría un nuevo camino en aquel hermoso pero a su vez siniestro bosque ¿cómo había llegado hasta allí? es algo que no le importaba saber, estaba cómoda en el lugar. Se agachó para observar la flora más de cerca quedándose en cuclillas, tomó por el tallo a una flor y sin siquiera ejercer mucha fuerza la separó de la raíz, obteniendo de ésta manera la corona. La examinó curiosa en el periodo de unos segundos, e hizo una mueca grotesca al ver que la flor se tornaba en una punzante espina. Gritó de dolor cuando del tallo brotó una púa, ésta se clavó en su palma y a su vez, de ella, manó una gota de fluida sangre que se resbaló por la muñeca hasta caer al suelo. Tragó saliva sonoramente y chasqueó la lengua sin comprender lo ocurrido. Así pues, vigiló la gota de su propia sangre.Frunció el entrecejo cuando ésta se expandió por el suelo hasta transformarse en un lago carmesí. El color escarlata fue perdiendo su tonalidad terminado por ser un lago azul cristalino, perpleja se acercó al agua hasta verse reflejada. Pero no era un reflejo cierto en su totalidad, a simple vista el rostro plasmado era el de la joven, pero visto desde sus ojos no era ella la que estaba en el fluido. Dejó que de sus ojos se derramara una lágrima seguida de otras tantas, llegaron al reflejo y se mezclaron con lo que antes era su sangre. El reflejo se difuminó, pero cuando el lago se calmó, volvió a su posición inicial, quedando esa imagen grabada en las pupilas de la chica. Se levantó con torpeza y en los primeros pasos se tambaleó, pero después, inició una enérgica carrera. Corrió durante un tiempo con el corazón en la garganta y notando la falta de aliento, terminando por caer de bruces al suelo, cuando un rama se topó con su camino. Ésta se aferró a su dedil  tobillo, tirando después de él, hasta hacer a la chica desaparecer.
"No se puede huir del pasado."

viernes, 23 de septiembre de 2011

El suspiro del fantasma.

Era una noche lóbrega y fría, hace unos meses lo habría considerado exorbitantemente tenebroso pero desde hace un tiempo atrás era algo que clasificaba como usual, así pues se sentía segura. Agudizó el oído y cerró los párpados con vigor, quería sentirse más cerca pero a decir verdad nunca era suficiente, tomó aire y exhaló con auge dejando notar su frustración, que últimamente siempre le acompañaba. Se frotó los ojos con desesperación y alzando la bandera blanca lo dio todo por perdido, giró sobre su costado y con la mirada añil perdida en la oscuridad de la estancia, se sumió en un profundo sueño. En torno a las 5 de la mañana despertó acompañada de un brinco y con los ojos inundados en un mar de lágrimas soltó un ahogado grito. Su respiración era entrecortada y en el interior de su pecho parecía que al corazón le había dado un vuelco, aún así logró tranquilizarse, se aferró a su busto y escondió el rostro en los rodillas, gimió de pena, a partir de éste momento inició una cadena de sollozos en la cual el llanto era la primera señal de pesadumbre. Lloró por unos minutos, cogió una bocanada de aire y no pudo evitar el sentirse vulnerable, ¿Era acaso algo más que una simple marioneta? porque se sentía inclusive más manejable que una muñeca. Se dejó caer en el lecho y durmió por todo el resto de la noche.
Al crepúsculo del día siguiente se apoyó sobre la cristalera de su habitación y observó con detalle como la oscuridad teñía el cielo azulado, como la luna resplandecía en el firmamento y como Van Gogh plasmaba las estrellas en el cielo, creando una perfecta noche estrellada. Cuando no logró ver nada más que opaco abrió la ventana y se abatió sobre su cama. Con las palmas de las manos se cubrió el semblante, resguardando así su facción de aflicción. Pero esa noche, una fresca ráfaga de viento se topó con su faz y fue cuando por fin sonrió. Fue un susurro inaudible pero fue suficiente como para que ella advirtiese que estaba próximo a su ser. 
Desde entonces comprendió que la soledad ciertas veces era su mejor compañía.